En “Reflejos de la Bruma”, la textura adquiere protagonismo, invitando al espectador a sumergirse en un paisaje casi onírico.
Las suaves gamas de blancos, grises, azules y tonos terracota se funden como si fueran capas de niebla sobre un espejo de agua.
La composición se desarrolla en un delicado juego de veladuras y líneas verticales que evocan reflejos, aportando dinamismo y movimiento a la escena.
Esta obra celebra la contemplación silenciosa y la conexión emocional con entornos naturales, siendo perfecta para quienes buscan arte contemporáneo que combine serenidad y carácter visual.